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martes, 12 de junio de 2018

El relato del perito complicó Nahir Galarza

Esta mañana, Gustavo Pastorizzo estiró las piernas en la sala de audiencias y mascó un chicle mientras vio con ojos pesados la pistola que mató a su hijo Fernando. El policía entrerriano Lázaro Javier Azcué, perito técnico en balística, había sido convocado a declarar en el juicio contra Nahir Galarza por los fiscales del caso, Lisandro Beherán y Sergio Rondoni Caffa, para ratificar el informe que había realizado meses atrás tras recibir la pistola Browning .9 mm propiedad del padre policía de Nahir. Los investigadores le encomendaron realizar las pericias de rigor, junto con una vaina servida y un proyectil encontrados debajo del cuerpo de Pastorizzo el 29 de diciembre pasado en Gualeguaychú.

Las preguntas iniciales que recibió de los fiscales eran sencillas: si el arma funcionaba, si ese plomo y ese casquillo habían salido de la Browning. Azcué, con el padre de la víctima en la primera fila de espectadores, terminó respondiendo mucho más. Su testimonio fue impactante de ver. Azcué -joven, elocuente, sumamente ilustrativo en su relato, integrante de un equipo que realiza cerca de 1500 pericias por año- explicó la mecánica de la pistola semiautomática, lo que hace falta para que esa Browning dispare una bala.

El fiscal Rondoni Caffa se la entregó embolsada a Azcué en el banco de testigos ante los jueces Mauricio Derudi, Arturo Dumón y Alicia Vivian, que se reían por nerviosismo y pedían que no los apuntaran. Nahir no estaba en la sala: sus defensores decidieron que no asista más al proceso luego de que ayer se quebrara en llanto y amenazara con suicidarse si exhibían en la pantalla del tribunal un video de ella y Pastorizzo teniendo sexo. Azcué alzó la Browning, la disparó con munición inerte sin plomo ni pólvora, accionó el mecanismo.

El perito efectivamente respondió que el arma estaba en condiciones de disparar, en buen estado, sin deficiencias mecánicas o de fábrica, que tenía comparativamente poco uso. La vaina y el plomo recolectados bajo el cuerpo de la víctima, efectivamente, habían salido de la pistola de acuerdo a su reporte. El resto de lo que dijo fue un golpe al relato de la defensa de Nahir que busca quitarla de la zona caliente de la acusación de homicidio doloso agravado por vínculo y uso de arma de fuego que la llevaría a morir en una celda bajo cadena perpetua. La joven había confesado el hecho en un primer momento, para luego ampliar su declaración indagatoria y modificar el relato: los tiros que mataron a Pastorizzo se le habrían escapado, disparos accidentales, involuntarios


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