Le costó mucho atacar con peligro al Barcelona en casi todo el primer tiempo. El Arsenal, habitualmente un equipo de juego prolijo y que no teme tomar riesgos, se refugió muy atrás y especuló con el 2-1 que traía del partido de ida.
La chance de gol más clara había sido un tiro en el palo de Adriano a los 35 minutos, cuando en vez de tirar el centro atrás sorprendió a Almunia pegándole directo al arco. También un disparo de Messi cuando la primera mitad se apagaba, que desde el punto del penal le salió al medio del arco. Antes hubo algunas excursiones del argentino entre varias piernas de las que salía airoso hasta que aparecía alguna que le sacaba la pelota.
Eso sí: del otro lado, el Arsenal casi no cruzaba la mitad de la cancha. Y mostraba una imposibilidad para aguantar la pelota arriba que generaba dudas sobre su capacidad de aguantar así un partido entero. Aunque el 2-1 de la ida todavía fuera un respaldo.
Pero a los 47 del segundo tiempo apareció en toda su dimensión la gran sociedad del equipo: Iniesta habilitó con un pase perfecto a Messi, que la tocó por encima del arquero y después definió con el arco vacío. Una preciosidad de esas a las que el equipo catalán terminó por acostumbrar.
Parecía que el Barcelona había encontrado la manera de desanudar la trama, pero una jugada inesperada volvió a meterlo en el pozo. Fue en un corner bien ejecutado por Nasri a los 7 minutos, cuando la pelota sorprendió a Busquets, le dio en la cabeza y se metió en el arco del atónito Víctor Valdés. El 1 a 1 les devolvía el cielo a los ingleses.
Clarín-
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